Por: Oscar Adolfo Alvarado.
Seguramente que al leer el título del presente trabajo muchos pudieran pensar que estaremos haciendo referencia a la presencia de paisanos del cucuteño Francisco de Paula Santander en la Asamblea Nacional de Venezuela. Sin embargo, no es el caso, se trata más bien de la manifestación de la conducta santanderista entre una importante cantidad de Parlamentarios (o Diputados si prefieren el término) integrantes de la actual mayoría que allí decide la aprobación de leyes y otros instrumentos propios de las atribuciones y competencias del Poder Legislativo Nacional.
Resulta que, al decir de Amaury González (2010), comentando a Francisco Pividal: “…nunca será reiterativo recordar que nuestro presente, la situación actual de nuestros pueblos, su grandeza, su idiosincrasia, sus problemas estructurales, son inexorable producto de un determinado proceso histórico.” Y, citando a Gloria Gaitán: “Es bueno recordar la historia porque ella nos devela las raíces culturales e ideológicas de los protagonistas presentes.” Pues bien, este mes de Abril se ha cumplido la mitad del tiempo prometido por el Diputado Adeco, Ramos Allup, Presidente de la Asamblea Nacional, para acabar “Constitucionalmente” con el Gobierno Bolivariano que preside Nicolás Maduro. En ese empeño han sancionado varias leyes y esta semana aceleraron el ritmo, pues denotan que el lapso ofrecido se restringe y sus aspiraciones no parecen concretarse tangiblemente. Al contrario mucha gente que los apoyó en el proceso electoral del 6D hoy día está decepcionada, porque les dieron el voto para que realizaran o propusieran vías hacia la resolución de necesidades primarias de la población y no para que profundizaran el malestar y sufrimiento de la ciudadanía.
Es así entonces que nos encontramos los venezolanos en una situación muy similar a la de Su Excelencia El Libertador, en aquellos años complejos de la guerra de Independencia, después de los triunfos de Pantano de Vargas y Boyacá, que en 1819 fueron campañas militares donde brillaron los venezolanos y liberaron a la Nueva Granada. Más después mucho bregó Bolívar a objeto de lograr el apoyo y recursos necesarios para el memorable episodio de 1821 en Carabobo, cual concretaría la expulsión de los españoles en Venezuela y más luego, para la Campaña del Sur, a favor de la Independencia definitiva de Ecuador, Perú y la creación de Bolivia, soportó los obstáculos y la conspiración permanente del Vicepresidente Santander y un Congreso dominado por adláteres de éste: sujetos llenos de resentimientos hacia los venezolanos, ambiciosos en demasía y enemigos de la unidad Gran Colombiana.
La mayoría derechista que domina ampliamente el actual parlamento nacional venezolano, en cuanto a la conducta intrigante, es la copia y calco de aquel Congreso de la Gran Colombia, quienes desde Santa Fe de Bogotá, direccionados por el traidor Santander, fueron el mayor estorbo que El Libertador tuvo que superar para completar la obra gigante de la emancipación de nuestros pueblos. Al respecto vale leer las referencias muy ilustrativas contenidas en el libro “El Mito de Santander” (Editorial El Perro y la Rana, 2011), escrito por Laureano Gómez, ex presidente neogranadino; por cierto con un historial muy oscuro en su gestión pero sin duda con muchos méritos a la hora de investigar y escribir la historia de la Independencia, decía él: “se comprobó la creencia muy extendida de que Santander había logrado convertir al congreso en instrumento ciego e irreflexivo de sus pasiones, sus envidias y sus resentimientos” (…) “Realizó su propósito tan completamente que nos hizo pasar de la historia fulgurante y magnifica de la Gran Colombia a la miserable de la Nueva Granada.” (p.117).
Por su parte, García Ponce, en su libro: “Santander contra Bolívar” (2008), cita la Carta dirigida por El Libertador a Santander, el 13 de Junio de 1821, pocos días antes del memorable hito de Carabobo, donde le decía a aquel traidor cucuteño, sobre las actitudes del Congreso, lo siguiente: “Esos señores piensan que la voluntad del pueblo es la opinión de ellos, sin saber que en Colombia el pueblo está en el ejército, porque realmente está y porque ha conquistado este pueblo de manos de los tiranos, porque además es el pueblo que quiere, el pueblo que obra y el pueblo que puede, todo lo demás es gente que vegeta con más o menos malignidad, con más o menos patriotismo, pero todos sin más derechos que ser ciudadanos pasivos.”
Tanta fue la saña traidora de Santander contra Bolívar y los venezolanos, signada por la enorme envidia hacia el brillo de nuestros próceres, que Santander hizo enjuiciar y fusilar al Coronel venezolano Leonardo Infante, en un crimen que no cometió pero urdido por el propio Vicepresidente cucuteño. Con el mismo encono actuó contra su compatriota Nariño hasta llevarlo al sepulcro y también el intento de juicio contra José Antonio Páez, lo cual inicia la desmembración de la Gran Colombia. Más luego los intentos de magnicidio contra Bolívar y el asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre.
Así pues que asistimos en el presente los venezolanos a la reedición de una mayoría parlamentaria que actúa contra los intereses del bienestar general del pueblo y a favor de los intereses foráneos. Razón palmaria tenía y no se equivocó Bolívar al expresarle en carta a José Antonio Páez: “…A mis ojos la ruina de Colombia (la grande) está consumada desde el día en que usted fue llamado por el Congreso” y más adelante afirmaba: “Tengo mil veces más fe en el pueblo que en sus Diputados”, agregando: “Jamás un Congreso ha salvado una República…” y no se equivocó el Padre Libertador, aquel parlamento de Colombia (La Grande) con sus conspiraciones, intrigas, ambiciones y falto de sincero patriotismo, destruyó la inmensa obra unitaria de Bolívar y nos convirtió en un pequeño grupo de naciones que todavía luchamos contra la dominación imperial por una efectiva independencia.
Difícil es querer cosechar Peras provenientes de un Olmo, como tan difícil será esperar que la mayoría Parlamentaria de la Asamblea Nacional reoriente sus actuaciones hacia los intereses de los venezolanos y deje de servir lacayunamente a los Gringos. Esperar de ellos que miren hacia dentro de Venezuela y el bienestar general de su población es tan igual que en el pasado haber creído en las palabras lisonjeras de Santander hacia Bolívar. Tanto así que el propio neogranadino Laureano Gómez, sobre los actos en ocasión de la celebración del Centenario del natalicio de Santander, que se hicieron para mitificarlo, dijo: “Propónganle a la admiración de la juventud y verán cómo se multiplica el execrable tipo del político que limpia lo de fuera de la taza y del plato y por dentro está lleno de inmundicia e iniquidad” (p. 101). En definitiva la misma conducta ambiciosa, pro imperial y traidora para con la Patria.
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